Y despertó el domingo …
Ya era la medianoche del Viernes Santo y María Gracia luchaba, le hicieron otra gasometría y su condición de salud empezaba a normalizarse, el Dr. José Montesinos estaba asombrado ante esta inusitada mejoría. El equipo médico principal había ido a la playa a pasar Semana Santa; después me enteré que dejaron al doctor, un certificado de defunción para que lo firmara y aquí una digresión: por alguna causa desconocida para mí, el doctor había ordenado hacer un examen especial, sospechando que mi hija había contraído pseudomonas, una bacteria intrahospitalaria que es mortal si no es muy bien tratada. Le dio medicación para combatirla, no importaba que estuviera a punto de morir, había que seguir peleando hasta el final
Llegó el Domingo. Era la una y 10 de la madrugada. Y de repente, mientras yo le daba leche por una sonda, veo a mi hijita (que tenía los labios partidos y su pequeña lengua hacia afuera),meter la lengua, en un movimiento muy rápido, “¡Metió la lengua, está despertando!”, grité y no hizo ningún movimiento más. A las 06h00, entra una enfermera y se ubica frente a la cama, yo estaba a su lado en un sofá y no podía verle la cara en ese momento, pero su grito de júbilo me llegó al alma: “Abrió los ojos, acaba de abrir los ojos!”. Yo me quedé inmóvil, era tremendo el impacto, cuando pude hacerlo ya había vuelto a cerrarlos. Uno piensa que son alucinaciones, pero volvió a abrirlos a los 5 minutos, para esto ya habíamos llamado al Dr. Bernardo Lama, médico intensivista que lo teníamos permanentemente al cuidado de María Gracia; llegó enseguida y pidió una inyección de adrenalina y otros insumos que no recuerdo. Extrajó un tubo que tenía en la boca y María Gracia respiró tranquila, luego me dijo que su grupo de médicos habían decidido no tomar medidas heróicas, en caso de ser necesarias, pero que al ver que regresaba de la muerte, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que viviera, que si había luchado tanto hasta ese momento, él la ayudaría a seguir.
Ya imaginarán todo el júbilo que vivimos, Dios no me había fallado, lo sorprendentemente hermoso fue ver como iban llegando poco a poco, los empleados de la clínica, muy sonrientes, agradecían a Dios y decían que iban a cumplir de inmediato con las promesas que le habían hecho, llegaban desconocidos emocionados diciendo: “María Gracia despertó”. Yo nunca olvidaré esos momentos. A las 10 am llegó el Dr Carlos Vasquez Beckman, mi amigo hermano quien siempre estuvo ahí cada día, pendiente. Él es cirujano pediatra y nunca me abandonó, lo vi entrar muy sonriente diciéndome, “María Gracia despertó” y yo: “¿Cómo sabes?” y me respondió, “Mi mamá me lo dijo” y le repregunto: “¿Quién le dijo a tu mamá?“: “El Hno. Gregorio”, respondió. Desde luego, yo incrédula, pensé que se lo habían dicho cuando llegó a la clínica, de inmediato agarré el teléfono y llamé a su mamá, ella muy contenta me dijo, “Gracias a Dios, su hijita despertó, el Hermano Gregorio me lo dijo y he llamado a Carlos para que vaya a verla”. Recuerdo como si fuera ayer, que ella cuando se enteró de la enfermedad de mi hija me pidió una foto para encomendarla a su amigo Gregorio, me advirtió que siempre la escuchaba y que María Gracia despertaría. La fe mueve montañas y mi agradecimiento a tanta, pero tanta gente buena y maravillosa que me sostuvo. Mi agradecimiento es eterno.
Pepita es fundadora y directora de la Fundación María Gracia
Para comentar debe estar registrado.