“María Gracia del Milagro”

“María Gracia del Milagro”

Domingo 8  de enero de 1989

Un día de mucho dolor, de mucha tristeza, me senté a pensar cómo mi hija María Gracia contaría su historia. En otras palabras, Si ella pudiese hablar, ¿Qué diría?

Yo soy María Gracia y ahora mismo estoy viendo con los ojos del —-. Es el día primero de Diciembre de 1986 y estoy apunto de nacer. El que va a ser mi hogar es una casa muy confortable en la que nada sobra, pero tampoco falta, con una situación económica normal. Ahora mismo mi mami discute con Fernando, su ginecólogo, donde quiere que le hagan la incisión para la cesárea -qué vanidosa- teme por lo fea que pueda quedar su cicatriz. Mi padre está eufórico con una filmadora último modelo en la mano. Es todo sonrisas y nerviosismo esperando el gran momento. De pronto… ya estoy aquí ¡Uf! ¡Cuánta luz! Afuera está toda mi familia ¡Cuántas fotos! Una enfermera me viste y siento el contacto de la ropa por primera vez sobre mi cuerpo.

            ¡Qué hermoso traje! ¡Cuantos encajes! ¡qué hermoso ajuar hizo mi madre para mi! Siguen las fotos. Siguen las películas. Todo es alegría a mi alrededor. Hay que ver a mi familia diciendo: Pero si es igualita al papá; ¡no! es igualita a la mamá, abuela sostiene que me parezco a ella. Mi tía dice que tengo la nariz de mi tío, y así siguen; lo cierto es que a la última persona que me parezco es a mi misma. De golpe y porrazo me quitaron mi individualidad. Están tan felices conmigo. Cuántos regalos traen para mi los amigos y la familia.

            Ya estamos en casa. ¡Qué bella está mi cuna! Hay tantos juguetes a mi alrededor y todos para mi solita. Toda la familia pasa pendiente de mis sonrisas, pues mi bisabuela jura que mis gestos de niña de días de nacida, son verdaderas sonrisas dedicadas a ella. Mi mami no hace otra cosa que mirarme llena de amor y satisfacción de verme tan hermosa y sana. Sí, soy realmente hermosa y feliz. Qué suerte la mía, pues me tocó venir al mundo en un hogar lleno de paz y amor ¡Un momento! ¿Qué pasa? Hoy es 9 de abril y me siento mal. Tengo un poco de fiebre. Cómo me duele la cabeza ¿Qué es esto? Estoy en la clínica. Cuántos doctores y enfermeras pendientes de mi ¡Ay por Dios, qué dolor de cabeza! Pero, ¿Qué pasa? Los médicos le dicen a mis padres que estoy muy grave, que tengo una meningitis por neumococo, absolutamente agresiva ¡Qué barbaridad! ¡Qué mal me siento! Mi padre pide y pide a la farmacia toda clase de medicamentos. Yo tengo convulsiones. Estoy botando sangre por la boca ¡Dios, qué frio tengo!, no me encuentran las venas para ponerme el suero, pues soy muy gordita. Me hacen unas incisiones en la piel y me ponen un catéter ¿Qué pasa? ¡Se me está pasando el dolor físico! Dicen los doctores que estoy cayendo en coma ¡Pobre familia! Con qué devoción piden a Dios por mi. Escucho a mi madre decir: “Dios mío, que se haga tu voluntad y no la nuestra; si quieres tener a María Gracia como un angelito más en el cielo, no nos rebelamos contra tu voluntad y te entregamos a nuestra hija, pero permítenos decirte que la amamos mucho y desearíamos que la dejes con nosotros” ¡Pobre familia! Cuánto me quieren en su confusión. Mi abuela quiere traer un avión ambulancia para llevarme al exterior, pero mi madre piensa que, si Dios me quiere a su lado, se cumplirá su deseo donde quiera que yo me encuentre ¿Qué pasa?

            Todos corren. Me ha venido un paro respiratorio. Me llevan a terapia intensiva ¡Un momento! ¿Qué son esas máquinas? Me están poniendo tubos por todas partes: nariz, boca, vejiga, venas, etc. Ahora están tomando fotos de mi cerebro ¡Qué caras las de mis médicos! Los resultados son pésimos. Tengo gran parte de mi cerebro infartado. Cuántas lágrimas en los rostros de mi familia ¡Qué desconsuelo! ¡Con cuánta fe oran! ¡Qué solidaridad la de algunos amigos! Se necesitan sondas número ocho para succionarme la flema que no me deja respirar. No hay de estas sondas por ninguna parte. Mi padrino consigue dos en Quito pero no son suficientes. Mi tía Norma las pide a los Estados Unidos ¡Qué movilización! Uf ¡Ya llegaron! ¡qué alivio! Tengo un nuevo paro respiratorio. Esta vez por siete horas, salgo del paro pero sigo conectada al respirador, por un tiempo más y me lo retiran. No me falta nada que se pueda conseguir en la tierra. Sigo en coma profundo. Todos creen que moriré. Es Semana Santa. Hoy es jueves. Mis médicos dicen a mis padres que necesito entrar nuevamente al respirador pues estoy ventilándome muy mal y también explican que de ponérmelo hay el riesgo de que me quede de por vida dependiendo de la máquina y que la otra posibilidad es que me dejen sin la máquina y que muera en las próximas horas porque mi corazón esta muy cansado. Mis padres deciden que Dios no necesita de máquinas para que yo viva. Que si es su voluntad viviré y volveré a respirar en mi cama normalmente. Que mi corazón aunque cansado, responderá ¡Un momento! Estoy subiendo al cielo.

            Ahí viene otro niño. ¡pero si es Lucho, el hermano de Juan, el niño del suburbio! Pero no parece el mismo. En la tierra tenía una piel oscura y no era muy bonnito, pero sin su cuerpo de carne y hueso es tan precioso: es igual a mi de hermoso y me está sonriendo. Le pregunto de qué ha muerto y me contesta que prácticamente de hambre: ¡pero cómo! ¿si yo tengo una enfermedad tan cruel y se lucha tanto por mi vida ahí abajo y él se muere por desnutrición? ¡No entiendo nada! ¡Pero qué pasa! Alguien me llama. Dios me ha mandado de regreso a la tierra. Ha escuchado las plegarias de mi familia ¡Cuánto júbilo! ¡Cuánta alegría! ¡Cuánta incredulidad de los que me dan por muerta! Es por eso que ahora me llamo María Gracia del Milagro, pues mi vida es eso: un Milagro. En medio de esta alegría, los médicos dijeron que yo estaba viva gracias a Dios y a que mis padres tuvieron los medios económicos para darme todas las medicinas que yo necesitaba en el momento justo, pero que muchos niños mueren a diario en los hospitales públicos por falta de medicamentos. Es ahí de donde nace la Fundación María Gracia del Milagro, para ayudar a loso niños pobres y que están gravemente enfermos.

            Ahora voy a cumplir dos años y tengo secuelas muy severas. Mi madre ha viajado conmigo a Europa y a los Estados Unidos. Me han visto los mejores médicos del mundo en cada especialidad y siempre su diagnóstico ha sido muy pobre para mi. Perdí por la enfermedad casi completamente la visión y el oído y solo por milagro recuperé el oído y la visión, aunque muy lentamente, cada día mejora; pero lo que puedo jurar es que soy una luchadora y que con la ayuda de mis padres y familiares sigo mejorando día a día, y eso es lo mas importante.

            No sé si algún día voy a ser inteligente, y no sé si un día pueda caminar con mis pies de carne y hueso, pero de que todo mi sufrimiento no será en vano, pues yo soy una sola… pero quizás por mi causa se puedan salvar miles de niños ecuatorianos.

            Fundación María Gracia del Milagro, que se creo con el fin de ayudar a los niños desamparados en estado crítico como nosotros. Ciudadela Urdesa, Calle Primera N 405 y Dátiles, Dpto. 4. Teléfonos 386551- 388008